Sunday, March 28, 2010

La triste historia de Chaika Angelovna

Mi nombre es Chaika Angelovna, y soy costurera; una costurera profesional. Fabrico bolsas y bolsitas, cordones para los zapatos, vinchas para el cabello y unas camisetas tan horribles que sólo yo soy capaz de usar... pero mi especialidad son los ñoquis. Ñoquis de paño confecciono, sí señor, y me salen sencillamente perfectos, modestia aparte. De los más diversos colores, tamaños y formas, cada ñoqui es un universo en miniatura, pues en él están contenidos todos los sentimientos humanos habidos y por haber, y también mis penas de amor no correspondido.

Y si bien puede llegar a resultar relativamente fácil decirlo, no suele resultar tan fácil ponerlo en práctica, tanto menos obteniendo resultados satisfactorios; prueba de ello es que yo, Chaika Angelovna, soy la única confeccionadora de ñoquis de paño en el mundo entero. Todas las demás han fracasado rotundamente luego de arduos y no por eso menos infructuosos esfuerzos.

Mis ñoquis, como bien decía, son algo especial. No existe persona en el pueblo que no quede encantada y boquiabierta al verlos. Los hay pequeños, medianos y grandes; los hay redondeados y oblicuos; los hay verdes esperanzadores, violetas expectantes, blancos pensativos; los hay de terciopelo, de raso y de algodón, un género distinto para cada estado de ánimo. Los hay con finísimos hilos de colores que se asoman por las comisuras como queriendo decir algo. Todos, absolutamente todos los acontecimientos de la humanidad, desde los más escandalosos hasta los más nimios, se reflejan allí, en cada uno de mis ñoquis: el descubrimiento de América; la revolución rusa; la muerte de Nostradamus (¡ese maldito inútil!); el descubrimiento de que el planeta Tierra era plano y el consiguiente miedo a caerse de él; el descubrimiento de que el planeta Tierra era redondo y el temor a los mareos; el primer vuelo en avión. El grito de indignación de María Ivanovna el día en que Fiedor Fiedorovich le quiso cobrar casi medio rublo tan sólo por cuatro limones pequeños para hacer un pastel. El gesto de adiós con la mano que le hiciera aquella tarde ese niño rubio a la nube que se iba. La fragilidad de la gota de rocío que se acomoda, temblorosa, debajo de la hoja más alta del abedul justo antes del amanecer (pero esto es involuntario, juro que no lo hago a propósito).

Desde mi más tierna infancia paso mis días y mis noches cosiendo ñoquis de paño a la luz de una vela gastada. Contando yo con escasos trece años, mi madre solía repetirme, afligida: "Chaichka, muchacha, ¿es que acaso no encuentras nada mejor que hacer a estas horas?". Pero ahora que ya casi cumplo veinte, ya todos saben que soy una solterona empedernida. Mi padre, cansado ya de buscarme pretendientes (¡y es que ninguno me ha aceptado!) al verme eleva su mirada al cielo y murmura por lo bajo "¡Oh, Señor! ¿en qué hemos fallado?".

Ésta es la triste historia de Chaika Angelovna, la inmerecidamente olvidada confeccionadora de ñoquis de paño. Nadie ha sabido apreciar correctamente mi arte; ni un solo cliente tengo.

Wednesday, February 3, 2010

Memoria IV (la de los pueblos)

De injusticias mil
de horror, pesar y miedo
atiborrada.

Memoria III (haiku)

Pobre y sin rumbo
solitario, ausente
quien no la tiene.

Memoria II (haiku)

De risa y color,
de lágrima y vicio sos,
de locura y son.

Memoria I (haiku)

Juego macabro
sonrisa de los dioses
karma del hombre.

Sunday, January 24, 2010

Salsa para vivir (una co-producción con: Dante)

"Pajaritos de colores vas a ver
cuando pruebes esta salsa que compré".
("Salsa", Los Twist).

Pajaritos. Pajaritos en las paredes, en las cortinas, en la cama, sobre la tele. Pajaritos que me esperan desde los cables de la energía del frente, desde el marco de la ventana, desde la soga de colgar la ropa. Pajaritos donde piso, en mis zapatos, en mi comida. Pajaritos que salen de la nevera, del inodoro, de la lavadora. Y cantan, cantan, cantan, cantan, cantan, cantan los muy malditos. Pajaritos en rojo escarlata, en verde manzana, azul eléctrico. Magenta, cyan, rosa viejo. Amarillo fosforescente. Sucede que cualquier sonido, cualquier leve chasquido de dedos, un voltear de nuca, un cambiar de dirección, un paso en falso, cualquier leve leve parece que hiciera que un pajarraco de mierda naciera en cualquier lugar de la casa para joderme la juemadre vida. Pajaritos que me hablan, que opinan de mi ropa, pajaritos que repiten lo que digo, pajaritos volándome alrededor de la cabeza cuando estoy mareado. Basta que tenga una idea y un pájaro me ilumina la cabeza, y cuando estoy aburrido los lanzo contra la pared y se destruyen, mancha respectiva y millones de pequeños pájaros nacen de la explosión de alguno. Lo sé, lo he visto, cuando estoy aburrido agarro cualquiera y lo lanzo contra la pared, y cuando ellos están aburridos me agarran como cualquiera y me lanzan contra la pared. Yo no me destruyo, de mí no salen diez mil pequeños. Yo, a mí lo que me salen son hematomas, hematomas morados por todas partes, maldito inútil, le pido ácido y me trae salsa de tomates, me dice que esto es mucho mejor que el ácido, que con esto voy a ver pajaritos de colores. Sí, sí, los veo, y también los escucho desde las cinco de la mañana, y los siento cuando me dan picotazos en las güebas, y los degusto cada vez que se me meten en la boca (no son muy ricos pero saben mejor que el sancocho de doña María, la señora de la casa) y sobre todo los huelo: ya tengo todas las sábanas cagadas, puta mierda. Maldito Willy, mal parido jíbaro, supo bien cómo hacérmela y me la hizo. ¿Y ahora qué hago? Los voy a cazar a todos y voy a hacer miles de chuletas, ding-dong, o asados, ding-dong, o en salsas, ding-dong, o sudados, ding-dong, maldita sea, ya voy. Abro la puerta y sos vos, Quiubo parce me decís, los pájaros desaparecen, se esconden entre mis cosas y yo te invito a pasar. No me sorprende que desaparezcan los pájaros, no es la primera vez que me pasa. ¿Y qué de los pájaritos?, me preguntás con tono de burla, yo sonrío a medias y ella termina su frase, Pana es que mete mucho, pana es que no debería meter tanto, pana es que… Carajo, yo dejo que hablés, no me importa, lo tolero más que a esos hijueputicas pajaritos, al menos vos sos una voz, ellos no. Hablás entonces de muchísimas cosas, de las cuales sólo retengo palabras y algunas frases difusas: Novio-ebrio-casi-quedás-preñada-tener-hijos-güácala-cosas-hacer-ocupado-sábado-tu-madre-te-crecen-las-tetas-gorda-dijo-jajaja-te-gusta-tu-nuevo-vestidito-aquí-huele-a-mierda-de-pájaro. Ahhh, qué momento de tranquilidad, y lo mejor mona es que vos no me pedís que yo opine, a vos como que te gusta más eso, mi silencio. No esperás nada de mí. Luego decís que te vas, me besás la mejilla y te vas, y tan pronto como cerrás esa puta puerta se me vienen encima, me golpean, me cagan. Empiezo a sudar, me mareo, caigo. Cierro los ojos fuerte creyendo que los puedo desaparecer, pero los sigo oyendo, y me esperan. Tengo que terminar con esto, tengo que terminar. Tengo que comprar veneno para pájaros, maldito Willy jueputa malparido, mona volvé, veneno para pájaros, eso es, pero no tengo plata, y la puerta no mona volvé la puerta no abre y ni un gramo de coca, puta mierda. Déjenme, déjenme o les echo salsa encima, no, salsa no que se multiplican, déjenme carajo ¡ay! mierda, jueputas pájaros, me la tomo yo y verán lo que es bueno agghhhhhh casi sobrevivo pero no, Willy me las vas a pagar, te prometo que apareceré en todas tus pesadillas y te haré tragar salsa de tomates y me cagaré encima tuyo y te despertaré todas las mañanas cantando y te tiraré contra la pared para que explotes, para que veas lo que hace tu puta salsa. Casi sobrevivo pero -mona volvé- no.