Saturday, March 29, 2008

Boca IV (el antihaiku)

Bocas frías
que se extravían
en un beso inexistente.




(Maldita Ginebra, 28/3/08)

Saturday, March 22, 2008

Mala Vida

(las frases: china - taba - rancho - boleadora - palenque - fusta - cincha - malacara)



Mala semana.
Mala noche.
Mala cerveza.
Mala calle.
Mala facha.
Mala pasada.
Mala esquina.
Mala mujer.
Mala mirada.
Mala palabra.
Mala boca.
Mala voz.
Mala luz.
Mala ropa.
Mala mano.
Mala pierna.

Mala luna.
Mala leche.
Mala combinación.




Mala clínica.
Mala enfermera.
Mala sorpresa.
Mala palmada.
Mala mueca.
Mala suerte.
Mala teta.
Mala educación.
Mala gana.
Mala comida.
Mala niñez.
Mala frazada.
Mala escuela.
Mala alternativa.
Mala escapada.
Mala pensión.
Mala jugada.
Mala jeringa.
Mala sensación.
Mala racha.
Mala cara.
Mala reputación.
Mala rabia.
Mala cavilación.
Mala lágrima.

Mala bala.

Thursday, March 13, 2008

Adiós, Natalio

Sí, ya sé que no te lo esperabas, que cómo se me ocurre, que todos estos años y que bla, bla, bla. Vas a decir que how dare you, que how could you, y todas esas cosas que te gusta decir a ti (ese discurso agusanado que tienes, Natalio...Eres tan asquerosamente predecible)!

Sé además que te lo debo todo, pero... ¿no crees que me debes algo tú a mí también?

Hemos compartido momentos hermosos, y te estaré agradecida por siempre, de veras.

Pero el tiempo pasó, Natalio, y la que solía ser apenas una niña tonta e inocente, ahora creció, y es... y es... bueno, eso no viene al caso.

Lo importante es que tú, que siempre has sido mi héroe omnipresente, la luz de mis ojos, el pedal de mi bicicleta, etcétera, hoy no eres para mí más que... sí, un estorbo (qué perspicaz eres, Natalio).

Es que no puedo más, Natalio. No puedo más.

Por décadas y lustros he sido tu esclava más fiel, pero hoy quiero mi libertad: qué vas a hacer al respecto?

Ya basta, Natalio, no me lo hagas más difícil, quieres? Créeme que para mí tampoco es fácil...

No, Natalio, no lo es. Y deja ya de llorar.

Sí, ya sé que me has salvado la vida en varias ocasiones, recuerdo perfectamente aquella caja enorme de medicamentos vencidos que estuve a punto de tomar... Pero déjame decirte que de no ser por ti, tampoco se me habría ocurrido la idea de tomármela. Me diste la vida, mas también la muerte. Esta muerte en vida, Natalio.

Pero yo no te guardo rencor alguno (bueno, casi).

Es que no puedo más, Natalio, no puedo más. Necesito aire, necesito respirar. Ya sácame la almohada de la cara, me estás asfixiando.

Basta de la inactividad acaracolada de ésta, nuestra existencia, Natalio. Ya no quiero pasarme las tardes jugando al Scrabbel. Quiero salir, quiero correr. Quiero ver el mundo por la ventana y sonreir complacida. Ya no quiero las ambivalencias cotidianas de la típica señora burguesa, el eterno dilema de si comprar margarina o queso blanco.

Quiero vivir, Natalio, quiero vivir!!

Mira mi agobio profundo, mi corazón desolado, mi alma inerte. Mis pechos tristes de no ser tocados.

Ya no quiero esos juegos infructuosos de pensamientos enmarañados, de situaciones obtusas, de esperanzas remendadas. De rostros difuminados por el paso cruel de la indiferencia, Natalio.

Quiero galopar lo que me reste de vida; quiero cabalgar el contorno de la noche.

Quiero llorar lágrimas de miel.

Quiero vestirme de rojo!!

(Es curioso, Natalio, recién ahora me doy cuenta de lo pequeño que eres en realidad).

Quiero embriagarme de sol y de nueces; quiero sobrevolar el Mar índigo al son de “Lucy in the Sky with Diamonds”.

Quiero ser Lucy.

Quiero escribir con faltas de ortografía!!

Me voy, Natalio; me voy y es para siempre. Espero que no me extrañes demasiado...

Yo te extrañaré, aunque sólo a veces.

Adiós, Natalio. Adiós.






(A Natalio Ruiz, mi raciocinio).